domingo, 29 de abril de 2012

Los pantalones

Dentro de las muchas capacidades exclusivas del hombre se pueden contar por ejemplo: la capacidad de pensar, hablar, de caminar en dos pies, de hacer música; bueno hacer música no, una vez vi en Natgeo que las ballenas también hacen música; sí, ese canto que hacen tiene las mismas características que la música que hace el hombre, según dijeron en el documental. Capaz, ellas inventaron la música vallenata (más sobre los cantos de ballenas). 

En fin; lo que quiero contarles es que la semana pasada andaba mal de salud y descubrí otra capacidad única en los seres humanos: cagarse encima. Así es, cagarse encima es capacidad exclusiva del hombre porque no hay otro animal en la Tierra que use pantalones. 

Y hablando de pantalones, ¿Cuándo se habrán inventado? 
Uno mira las películas que evocan las épocas bíblicas y ve hasta sostenes de metal pero pantalones no. Común es la imagen del centurión romano, musculoso, con pollerita y armado. 

Cómo cambia la imagen que proyecta la forma de vestir en cada época, hoy uno dice: "Musculoso, con pollerita y armado", y está describiendo a un travesti.

Pero bueno, me puse a investigar el tema del origen del pantalón y me enteré de muchas cosas. Vamos a partir del nombre: El prefijo "pan"(del griego παν) y la palabra "talón" (de otro griego llamado Aquiles), no tienen nada que ver en esto. Según Christine Bard, autora del libro "Une histoire politique du pantalon" (Una historia política del pantalón), el nombre proviene de la manera en que eran llamados los venecianos, adeptos al uso de unos calzones holgados y largos, llamados pantalone, en honor al santo venerado por esa gente, Pantaleone.

Las primeras referencias fidedignas de estas prendas proceden de hace 2600 años, en los pueblos bárbaros. Los romanos no las usaban y estaban prohibidas en Roma hasta el año 400 por considerarlas prendas propias de bárbaros, según esta revista.

Pero la historia de los pantalones recién tendría su comienzo con lo anterior; para que su uso fuese permitido a las mujeres, tuvieron que pasar muchos años y constantes luchas feministas por esa reivindicación. Hoy en día talvez los jóvenes no alcancemos a dimensionar la connotación de poder que se quiere significar con la frase "llevar los pantalones en la casa", pero lo cierto es que en su momento el pantalón significó un instrumento de lucha para movimientos socialistas y feministas (aquí está la nota completa) y que finalmente se haya logrado la reciprocidad de esta prenda de vestir para ambos sexos, obedece a muchas otras contingencias más, aparte de la lucha política. Por ejemplo, la democratización de la bicicleta a finales del siglo XIX, que hizo que las mujeres buscaran otro atuendo más cómodo a fin de montarlas (más sobre la bicicleta en la antigüedad); la influencia de las artistas que preferían vestir esas prendas, las dos guerras mundiales, que provocó que en los países se usaran pantalones por razones prácticas, etcétera. 

Lo cierto es que la aceptación total por parte de la sociedad occidental del uso del pantalón en mujeres es reciente, incluso la Iglesia Católica las veía con malos ojos.

Pero volviendo al aspecto frívolo de todo esto, enfoquémonos en los bolsillos de los pantalones. No siempre existieron los bolsillos, y no siempre estuvieron en los lugares donde hoy en día se acostumbran a ponerlos, a los costados y en las  partes de atrás. Los bolsillos hacen su aparición recién a finales de las últimas décadas del siglo XVI. Y estaban nada más y nada menos que en la parte frontal donde van las braguetas, en realidad eran bolsillos improvisados que surgieron por la necesidad de tener un lugar donde llevar pequeñas cosas (lee más sobre el origen de los bolsillos aquí).

No sé en qué momento habrán aparecido los bolsillos de la parte  posterior de los pantalones, pero tal vez es un invento de un hombre de trasero plano pero con mucho dinero, que se dio cuenta de que el primer lugar donde ponen los ojos las mujeres al mirar a los hombres es en sus nalgas, así que para cubrir el lugar de su mayor defecto decidió  crear un lugar para promocionar su mejor virtud, la billetera llena.

Hablar de pantalones siempre obliga a uno a darle un espacio especial a los pantalones vaqueros, la prenda que es utilizada por casi todo el mundo, casi sin importar la cultura a la que pertenezca. 

Los jeans nacieron en EE.UU., en la época de la fiebre del oro, a mediados del siglo XIX, cuando Levi Strauss, un inmigrante bávaro, se instaló en la ciudad de San Francisco a fin de vender los elementos necesarios a la gente que se aventuraba a esos lugares en busca de la riqueza rápida. Levi Strauss se percató de que casi todos necesitaban unos pantalones más resistentes, no se le ocurrió mejor idea que hacer unos pantalones de las telas que eran utilizadas para toldos de las carretas y usadas para carpas (de la misma tela se hacían los velas de los barcos, fabricadas de las fibras del Cáñamo, una variedad de Cannabis) y así nacieron los primeros jeans (Levi's). La palabra "jeans" deriva del gentilicio del lugar de donde se importaban las telas para su fabricación, geneose.

Determinar el camino que tomó el pantalón para llegar a imponerse a las faldas en la vestimenta de los hombres, y las causas de eso, es un tema que tal vez solo un erudito lo pueda exponer. Lo cierto es que mientras ya las mujeres conquistaron el pantalón y lo hicieron recíproco para ambos géneros, la tendencia de la moda quiere hacer lo mismo en los hombres en cuanto a las faldas (más aquí). No nos extrañe que en unas décadas más leamos algo como esto pero sobre las faldas.

Antes del punto final:

¿Sabías que los pantalones vaquero solo necesitan ser lavados una vez al mes?
¿Sabías que Levi's aún sigue usando cierto porcentaje de la tela de cáñamo para fabricar algunas de sus prendas?


                                



                                                                 "Nunca lleves tus mejores pantalones cuando salgas a luchar por la paz y la libertad"
                                                                            Henrik Johan Ibsen.                                                         







No hay comentarios:

Publicar un comentario